La playlist de mi vida
Un repaso por un año que no ha sido malo, pero me ha faltado algo de euforia.
El primer regalo que le hice a mi amigo Matías por su cumpleaños fue una playlist de Spotify. Al igual que todo lo que hago de forma creativa, la dichosa lista de reproducción narraba —a través de diferentes canciones— mi vida. Él solo había interactuado con mi personalidad de los 23 años, y yo quería que tuviera la opción de saber cómo había sido la Xulia de 12 años, la de 16, la mayor de edad al salir del instituto, la locura de los 20 y las fiestas universitarias, y la tristeza de los 22. Era una forma de enseñarle cómo crecí, maduré y me convertí en lo que acababa de conocer.
Coincidimos en un momento algo malo para mí; el covid me había dejado cucú y estaba en una ruptura amorosa que me había llevado a salir de fiesta diariamente. Era verano, tuve días libres y siempre existía algún plan interesante para recordarme que era una tía divertida, reafirmarme que seguía siendo una cría y que no había perdido la juventud durante 2020-2021 e incluso algo de 2022.
Un mes después de abrirme en canal con él a través de melodías de una duración media de 3 minutos, empecé a crear una lista cada mes del año. Así empezó una tradición con mi compañera de piso, Meri, en la que nos intercambiábamos gustos musicales y nuevos descubrimientos. Me encantaría decir que fue todo fruto de mi imaginación, pero la idea ya la había desarrollado un chico al que había conocido ese verano.
Si tienes algún tipo de curiosidad sobre cómo empezó el primer mes, aquí tienes el septiembre de 2022. No quiero presumir de gusto musical EXQUISITO, pero el día de mi 25 cumpleaños, todo el mundo me preguntaba qué playlist había puesto; querían seguirla para escucharla. Era una mezcla de todos los meses reunidos desde aquel septiembre. Ya me imaginaba siendo la creadora de la banda sonora de sus vidas, de nada.
Una cosa que me encanta de todas estas agrupaciones musicales que hago son las portadas, como si se tratasen de discos de mi grupo preferido. Busco una imagen que defina bien el mes anterior; de esta forma, pienso en todo lo que me ha sucedido últimamente y hago un resumen de mi vida.
Tal vez este año las playlists mensuales no reflejan muy bien mi personalidad, al final fue un acto cotidiano que marcó 2023. Y aunque siga con esta manía a principio de cada mes, el 2024 tuvo otro detalle bonito.
Por el mes de marzo, Mariana compró en el Flying Tiger un calendario mensual de pizarra. Cada mes lo inventas tú, lo dibujas y luego lo borras. Pero como a mí no me gusta mucho lo efímero, tengo fotos de todo.
Este año empezó con noches sin dormir, dimitiendo de un buen puesto de trabajo, despidiendo a mis mejores amigas que se mudaban de ciudad, con nuevas compañeras de piso, con pocas comidas familiares, siguió con reuniones de trabajo, mucho síndrome del impostor y sintiendo que no cuidaba a mis diferentes grupos de amigas. Me arropé en el cuidado de quien no quería estar 24-7 conmigo, empecé a ser runner y decidí volver a estudiar.
Lloré muchísimo y tuve pocos días de euforia, anhelando esas hormonas que te ponen en el pico de la montaña rusa. Me vi envuelta en un montón de cambios y los rematé mudándome de ciudad.

Dejé de tener un hogar para volver a buscar uno, me acordé de quererme dejándolo todo atrás y ahora solo quiero repasar que no fue tan malo y la euforia estuvo disfrazada de pequeños garabatos sentimentales escritos por Ana en un organizador pegado en la nevera. Todo lo que no me atrevía a exteriorizar, tiene otra letra. Muchas gracias.
En 2022 escribí una carta a mis mejores amigos de Instagram deseando un 2023 loco. Se cumplió. Esta vez lo publico en un mural que pueden leer más de 30 personas, a ver si mis deseos se vuelven a conceder. Porque al final el tiempo pasa rápido y joder, ya estamos a 23 de diciembre.
Nos vemos en 2025, un abrazo y feliz fin de año de una puta vez.
o tempo si que pasa rápido, pero ti capturalo moi ben <3