Las anécdotas me dejaron sin vida
Agradezco tener una vida tan privilegiada como para pensar y reflexionar sobre este tipo de cosas, que son de todo menos problemas.
Tengo 25 años y siento que lo he vivido todo. En realidad ya tengo 26, pero este post lo escribí cuando aún era jóven. Hace poco menos de 6 meses.
He hecho tantas cosas que ya nada me hace gracia, ir a un concierto se ha convertido en una actividad tan habitual que semanas más tarde no lo recuerdo, no me produce un hormigueo dentro de mí, tampoco me hace sentir viva. Beber copas los viernes es habitual, tenía más gracia cuando salías una vez cada 4 meses siendo menor de edad, eso sí que proporcionaba adrenalina. Y aún que la busque, la adrenalina, gracias a Dios no estoy preparada para tirarme en paracaídas o probar una raya de coca.
Cuando era adolescente soñaba con ser adulta. El otro día scrolleando por Twitter, X o como quieras llamarlo, vi una imagen que define a todo el mundo:
Fantasear con crecer y no disfrutar del presente es un problema muy común en la vida de cualquier persona. Siempre dicen eso de que la gente que se queda en la nostalgia del pasado padece de ‘depresión’, la que ansía el futuro es la que tiende a la ‘ansiedad’ y eso significa que para ser feliz solo queda una cosa, disfrutar del presente.
Cuando tienes la suerte de graduarte y empezar una beca al momento -porque conseguir de primeras un contrato de prácticas bien pagado es imposible y ya lo sabemos- acabas entrando en la burbuja laboral muy rápido. De repente cobras un sueldo decente que te permite independizarte en una ciudad pequeña con solo 22 años, de chiripa yo conseguí esa vida pero soy consciente de que esto no suele pasar.
Es incluso gracioso porque te ves muy joven siendo muy adulta. Hay facturas que pagar, te permites beber copas de la marca cara o tu mejor amigo es un hombre de 40 años. El sueldo entra en tu cuenta bancaria a la vez que sale, tras vivir el 2020 no te puedes dar el capricho de perderte ningún concierto en sala, tampoco en el festival más cercano, hay una película nueva y es mejor ir la primera semana al cine para no comerte los spoilers en redes sociales, siempre quisiste esos zapatos caros y hay una ganga por casi la mitad de tu sueldo - no importa porque has cobrado tu primera extra y eres joven, un capricho- y quién no se va a coger un vuelo para comer carbonara en Roma en la semana más cara de diciembre, por favor.
Un día te despiertas con 25 años y lo has bebido todo, has bailado en todos los garitos, hasta sientes que te has besado con todos los chicos de la ciudad, no te caben más libros en la estantería, no hay más horas a la semana para ir a CrossFit o yoga, ya lo has realizado todo.
T - O - D - O
Tus amigas se han mudado de ciudad, han dejado de salir de fiesta o simplemente han adoptado un perro, todos son los inicios de una posible vida adulta relajada, siendo feliz con las pequeñas cosas de la vida. Sin embargo, no es tu caso.
Necesitas que cada viernes traiga una historia, despertarte cansada el sábado y que te dé tiempo a hacer tantas locuras por la anécdota solo para contarlo el domingo por notas de voz. Reír todas juntas y desear que llegue el día de veros para hablar un poco de todo eso que has hecho mientras sufrías un FOMO inmenso de no estar en todos los sitios a la vez. Se te olvidó pasarlo bien con lo que estabas haciendo, se te olvida vivir.
Es el momento perfecto para rodearte de gente nueva, un método muy fácil y útil es que estos nuevos círculos estén formados de personas más mayores que tú. Normalmente, tienen un tipo de vida distinto. Cambias de bares, planes, comidas y rutinas, también las charlas mudan a otro tipo o estás conociendo a alguien, y los principios siempre son buenos, así que es una experiencia constante.
Cuando entras en el bucle de solo hablar con amigos de 40 años apoyada en la barra se te olvida que sigues teniendo un cuarto de siglo y que con tus amigas te subes a las tarimas para bailar. Ahí es el problema, que te atrae tanto la idea de ser adulta, que luego te ves diciendo barbaridades como que no entiendes a los de tu edad.
Entre las palabras que se intercambian con toda esta gente siempre se te ofrece el mismo consejo, disfruta que solo tienes 20 años.
Y ahora, entre botes de cremas, serúms y retinol, me digo que este colágeno de hoy no lo tendré mañana. Qué ambición la que hay en la juventud, soy una niña que solo quiere más. Más dinero, más responsabilidades en el trabajo, más caprichos, más aventuras, y esas cosas vienen con el tiempo, igual que las arrugas.
Las series, las películas, los libros y la vida que nos han enseñado que teníamos que conseguir han hecho que como bien dice la quinqui: “Nos han estado diciendo tanto tiempo que éramos muy maduras para nuestra edad, que al final hemos acabado teniendo la crisis de los 40 a los 25 años”. Hay que dejar de decir que somos literalmente un personaje de Sexo en Nueva York, porque Carrie comienza la serie con 32 años.
Si dejaras de obsesionarte con vivirlo todo no te habrías llevado un disgusto cuando volviste a ver ‘La peor persona del mundo’ y te diste de cuenta que esa ansiedad de esa chica mayor que tú, puede ser la tuya, porque de repente tienes la misma edad que la protagonista cuando empieza la película.