La infancia es un momento vital, precioso, pero tener una hija que con 8 años le dice a su médico que es preadolescente debió ser un tormento para mi madre. Ni siquiera había llegado a la década y ya estaba ansiosa por adentrarme en la edad de las rabietas, los lápices negros para hacerme la raya del ojo y los besos con lengua (qué asco, pienso ahora).
High School Musical llegó a mi vida en la misma etapa en la que yo entraba a la consulta de pediatría, defendiendo con pasión mi argumento sobre el paso del tiempo y negando, de forma rotunda, que yo siguiera siendo una niña. ¿Acaso una niña sería tan madura como para entender que, físicamente, Chat era mucho más guapo que Troy, solo que todas preferían la melena de Justin Bieber porque, admitamos, hay mucho racismo en esta España que me tocó vivir? “Pf, os comportáis como crías, no se puede entrar al instituto con esa mentalidad”.
INSTITUTO, vaya palabrón.
Las chicas van al instituto; las niñas, no. Las chicas que se sientan en los bancos de la Alameda tienen melenas largas con mechas; las niñas, no. Las chicas que salen de clase para reunirse con sus amigas (esas que sientan en los bancos) llevan faldas muy cortas y camisetas de nadador. Las chicas que llevan las camisetas de nadador lucen un pequeño escote donde se adivina, sin disimulo, un sujetador de tiras rojas que desafía al cuerpo y a la ropa para que se vea bien. El sujetador de las chicas es necesario y, si se ve, que se vea porque es un sujetador de chicas, no de niñas. Si las chicas llevan sujetador rojo y su camiseta es blanca, no importa. El sujetador hay que llevarlo y, si se nota, pues que se nota. Pero las chicas usan sujetador que se nota que es de aro y las niñas no. Las niñas, como mucho, pasean con tops deportivos debajo de las sudaderas de baloncesto mientras le cuentan a su madre que en clase de inglés, la profesora dijo que no se es adolescente hasta los trece. Que se es teenager, y los teen no empiezan hasta el thirteen y no en el twelve. Pero tú tienes ten, y por una sola letra, no eres adolescente.
Un día llegué al vestuario del pabellón. Te cambias rápido, sí, pero luego pasas mucho tiempo cotilleando. A veces vienen las chicas mayores porque tienen entrenamiento a la misma hora. Ellas sí son chicas: van al instituto. Tú, no. Cuando una de esas chicas entra por la puerta, te quieres morir. Te impone que sea tan guay, porque lo es. Tiene un teléfono, habla de chicos con sus compañeras de equipo, se ríe de sus profesores (tiene muchos, en plural, en el instituto se tienen muchos profesores). Con los años, algunas dejarán de parecerte guays; pensarás que son unas maleducadas. Otras, en cambio, te parecerán tan listas que querrás ser como ellas cuando estés acabando el instituto, cuando ya seas, por fin, una chica. Pero eso pasará unos años más tarde.
El día que llegué al vestuario y pasó algo, que era lo que quería contar. Ese día todas nos duchamos porque queríamos disfrutar de la tarde, de la primavera, del sol, de darte un paseo durante dos horas por el Campus Sur de Santiago mientras tu madre te esperaba junto a las otras progenitoras sentadas en un banco. Tú podías ir por todo el Campus sola, SO-LA. Bueno, en un rango de medio quilómetro.
Mientras nos vestíamos, una amiga llamó nuestra atención; tenía algo que enseñarnos. Tras una música de redobles imaginarios, sacó un sujetador rojo con aros, con una copa acolchada y bien de relleno, un recipiente enano que para nosotras era enorme.
“¿Pero lo rellenas del todo ya?” “¿Te lo compró tu madre?” “Ay, es tan bonito!”
No me convenció, no lo entendí y, a la vez, me morí de envidia. ¿Por qué ella tenía un sujetador, lo cual la catalogaba ya como una chica, y a mí no? No hice muchos comentarios, pero me quedé reflexionando.
“No lo relleno del todo, pero ya me están creciendo, así que en nada me va a quedar pequeño”.“La verdad es que no se lo pedí a mi madre porque yo hago lo que quiero con mi dinero, no es importante eso”. “Sí, escogí bien el estampado, no vaya a ser que se me vea un poco y sea feo, ¿no?” O que me lo vea un chico, ja, ja, ja, ja”.
Ni puta gracia, la tía no tenía tetas y ya usaba un sujetador con copa. La nueva adquisición no estaba al tanto de su madre, porque era un secreto como una casa. Por eso lo compró en Women’secret. ¿Tanto dinero tiene? La ropa interior en esa tienda cuesta una barbaridad. Tendría que haber existido Primark en mi adolescencia para estas cosas. ¿Qué chico te va a ver nada? Que estamos en quinto de primaria, ni nos ha bajado la regla.
Yo no tenía tetas y no podía llevar un sujetador con aro. Esa fue la respuesta de mi madre en los pasillos del Hipercor. Pero no se trataba de una cuestión física. Mis bultos no colgaban, no necesitaban sujeción. Era otra cosa. Era una urgencia por definir una personalidad que intentaba dejar atrás lo infantil. Quería estar jugando al baloncesto con unos amigos en verano y que se me acerca un chico mayor para preguntarme si tenía trece años y no los once que tenía. Para eso tenía que creerme que era una chica y sin un sujetador rojo con aro no podía.
Recuerdo a mi padre a un lado, en silencio, sin entender nada. Tenía una hija que era una niña feliz y divertida, ¿quién quería ser una adolescente que se pasa el día de morros con el mundo? Él, con la cabeza baja, no entendía nada. Y yo sufría una mezcla de rabia por su falta de empatía y de vergüenza, porque mi padre — HOMBRE— había venido con nosotras a esa excursión hacia el pasillo de los tops, que no sujetadores.
Más de quince años después, sigo sin saber cuál fue mi primer sujetador con aro. Eso sí, tengo grabado en mi mente el de una compañera de equipo, el recuerdo de la envidia y la necesidad de ser adulta en un mundo donde me daba vergüenza ir de la mano de mi madre, mientras yo solo quería tener unas tetas algo grandes y seductoras.
Malditos deseos que se cumplen. A ver qué camiseta apretada queda bien con estos sujetadores color beige con aro, de donde me sale la piel de un pecho que claramente abulta más que el que tiene a su lado. Prefería no sentir que tengo la necesidad de llevar sujetador.
Buenas noches <3 Espero que te quedes con la historia de el maldito sujetador rojo de Women’secret <3